UNIDAD I FUNDAMENTOS

UNIDAD I FUNDAMENTOS
CREADO POR: ABRAHAM HERNANDEZ MAR

lunes, 30 de agosto de 2010

1.6 El modelo del agente inteligente

Un agente inteligente, es una entidad capaz de percibir su entorno, procesar tales percepciones y responder o actuar en su entorno de manera racional, es decir, de manera correcta y tendiendo a maximizar un resultado esperado. En este contexto la racionalidad es la característica que posee una elección de ser correcta, más específicamente, de tender a maximizar un resultado esperado. Este concepto de racionalidad es más general y por ello más adecuado que inteligencia (la cual sugiere entendimiento) para describir el comportamiento de los agentes inteligentes. Por este motivo es mayor el consenso en llamarlos agentes racionales. Un agente inteligente puede ser una entidad física o virtual. Si bien el término agente racional se refiere a agentes artificiales en el campo de la Inteligencia Artificial, también puede considerarse agentes racionales a los animales incluido el hombre.

Es posible clasificar los agentes inteligentes en 5 categorías principales:

- Agentes reactivos

- Agentes reactivos basados en modelo

- Agentes basados en objetivos

- Agentes basados en utilidad

- Agentes que aprenden


La racionalidad es necesaria

En muchos textos se define agente inteligente como todo agente capaz de tener conciencia de su entorno y actuar sobre él. No obstante es necesario exigir que estas decisiones sean racionales en el sentido de que persigan algún fin. Vamos a mostrarlo con un contraejemplo: cuando un fotón con la suficiente energía incide sobre un átomo, puede arrancar de él un electrón. Podríamos considerar al átomo inteligente puesto que percibe su entorno (la incidencia del fotón) y actúa sobre su entorno (emite un electrón). La ausencia de relación entre la emisión del electrón y cualquier hipotético interés del átomo muestra que este no es un agente inteligente pese a verificar la definición de Bertrand Russell.

La conducta de un agente no suele ser la óptima.

Paradójicamente, la conducta de un agente rara vez es la optima. La razón es muy sencilla calcular el optimo de un criterio lo suficientemente bueno para ser considerado razonable teniendo en cuenta las múltiples restricciones que concurren es muy difícil. Ejemplos de ello es lo difícil que es calcular la mejor ala para un avión, el mejor perfil para un coche o la mejor hélice para un barco. Para un estudiante es fácil calcular el máximo de un polinomio de segundo grado derivando e igualando a cero. En este caso el criterio es muy sencillo -es un polinomio de segundo grado- y no concurre ninguna restricción.

Cuando el criterio es una función real de muchas variables y las restricciones también, los cálculos son mucho más complicados. Algunas veces se puede lograr una buena aproximación; pero, si un agente inteligente debe tomar una decisión en muy poco tiempo, deberá conformarse con la mejor aproximación que pueda calcular en el escaso tiempo de que dispone.

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